“Estudios de Ciencias en la Universidad de Valladolid: la historia de una Facultad”

Dra. Margarita Torremocha Hernández
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Valladolid

      La Universidad originaria centró durante varios siglos, desde su fundación hasta el siglo XIX, toda su docencia en torno a cinco Facultades: Artes o Filosofía, Medicina, Derecho Civil o Leyes, Derecho Canónico o Cánones, y Teología. De todas ellas, la llamada casi indistintamente Artes o Filosofía era la que se consideraba propedéutica para los estudios de Medicina y Teología, y por la que muchos escolares iniciaban su formación universitaria.

     Es en esta Facultad de Artes donde se instauraron las primeras cátedras de Ciencias. En Valladolid la Ciencia se explicó en la cátedra de Regencia de Filosofía y estaba dedicada a la lectura de la Física “tratando de el entte natural, sus efectos, leyes de movimiento, fuerza de la inercia, elasticidad, etc.”. La clase se seguía haciendo uso “como manual” de Aristóteles en los libros Del Cielo, del Mundo, y del ánima. En 1610 esta cátedra ya no se denominaba de Filosofía, ni Filosofía Natural, sino de Física, pero la materia seguía siendo la Física de Aristóteles, mostrando así la universidad su rigidez y su atraso en la adopción de los avances científicos que, por otra parte, fue rasgo común a otros Estudios.

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    La reforma promovida por el rey Carlos III, en 1770, rompió el inmovilismo académico y docente en el que había vivido la universidad vallisoletana desde su fundación. Desde los Estatutos de Carlos I a comienzos del siglo XVI la Universidad había funcionado con escasas modificaciones en las cátedras, salvo la creación de algunas nuevas, ninguna en las materias, y ni tan siquiera un cambio de horarios. Con la reforma carolina, las Facultades siguieron siendo las mismas, pero la de Artes se convirtió en Facultad preparatoria a las otras cuatro y se establecieron recorridos diferentes para aquellos cursantes que iban a seguir sus estudios para ir a la Facultad de Teología, los de Derecho, y los que pensaban dedicarse a la Medicina. En este último grupo y, como novedad, sustituyendo a la de Filosofía Natural se comenzó a explicar Física experimental, conocida como “la nueva física”, defendida en España por los novatores. Se ha definido esta materia como “una física cartesiana, enunciativa, algo fenoménica, nada silogística, y tímidamente experimental, en un sentido comprobatorio, no investigador”. Pero para entenderla era preciso tener conocimientos de Aritmética, Geometría y Álgebra, y en consecuencia se acordó que se crease una cátedra a la que se asistiría previamente, pero la cátedra no llegó a ponerse en funcionamiento en la Universidad de Valladolid, pues no se dotó económicamente. Y no se solucionó el problema hasta casi dos décadas después, y se hizo doblando la tarea al profesor de Metafísica que se vio obligado a dar también estas clases. Se reconocía así la necesidad de la enseñanza de las Matemáticas, y los nuevos saberes se abrían camino entre un profesorado que ya no rechazaba la presencia de algunas “ciencias útiles” entre los muros de la Universidad.

       Tras el continuismo que había marcado la modernidad, en el siglo XIX, la Universidad vivió una permanente transformación. El plan Caballero de 1807, fue el primer plan decimonónico y en él la enseñanza de las Ciencias siguió dependiendo de la Facultad de Filosofía. En ésta había no obstante tres cátedras que consideramos de Ciencias: una cátedra de Matemáticas Sublimes, en la que se explicaba Álgebra, Geometría, Trigonometría rectilínea y Aplicación del Álgebra a la Geometría, y otra de Física General y Particular, y otra de Botánica, aunque en Valladolid el Jardín Botánico no se construiría hasta dos décadas más tarde.

       Nada se modificó con al plan de 1816, ni con el Reglamento General de Instrucción Pública de 1821, o el posterior Plan Calomarde de 1824, pues en esta etapa las llamadas Ciencias puras se concentraron en la Universidad Central de Madrid, y por supuesto en Escuelas e instituciones nuevas en las que se fueron refugiando las enseñanzas técnicas.

       El ministro Pidal, con su plan de 1845, estableció que el número de Universidades fueran 10, además de la central establecida en Madrid, y única que podía conceder el doctorado, las de Barcelona, Granada, Oviedo, Salamanca, Santiago, Sevilla, Valencia, Valladolid, y Zaragoza. Entonces la Universidad de Valladolid contaba en su edificio con tres gabinetes –o aulas- de Física de los cuales, en un informe que la universidad tuvo que mandar al ministerio sobre su situación, se vertían apreciaciones como: que en el último curso se habían “enriquecido con máquinas, aparatos y utensilios de todos los géneros” , en el último curso, o que contaban con los “aparatos y reactivos más principales y costosos”, aunque se decía también que un gabinete estaba en un local “sumamente mezquino, mal situado y peor ventilado”.

      Será el ministro Moyano, que antes había sido catedrático de Derecho Civil y de Economía Política, y Rector en dos ocasiones de nuestra universidad, el que dé un protagonismo a las Ciencias en la Universidad española en general, con la ley de 1857, y con ello a la de Valladolid. La Facultad de Filosofía se disgrega y articula en dos Facultades mayores: la de Filosofía y Letras y la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, como Facultad Estatal, y al mismo nivel que las demás, y por tanto con siete años para realizar sus estudios de bachiller que era el único grado que entonces se podía obtener en Valladolid. Como corresponde a sus comienzos el número de alumnos era escaso. En el curso 1858-59 tenía 17 frente a los 131 de Medicina o 380 de Derecho. Aunque en el curso 1863-64 ya eran 151.

       Las asignaturas que entonces tenía la Facultad eran de Complemento de Álgebra, Geometría, y Trigonometría rectilínea y esférica, Geometría analítica de dos y tres dimensiones, Geografía, Ampliación de la Física Experimental, Química general, y Zoología, Botánica y Mineralogía con nociones de Geología.

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      Pero, el Decreto de Orovio de 1868 puso fin a este avance, pues suprimió en Valladolid los estudios de Filosofía y Letras y los de Ciencias, alegando razones económicas, y si antes se impartían en las diez universidades a escala nacional ahora solo se cursarán en seis. No obstante, como se autorizó a las Diputaciones provinciales y a los Ayuntamientos a fundar y a sostener establecimientos de enseñanza, dando lugar a la aparición de las llamadas “Universidades Libres”, Valladolid reanudó la enseñanza de Filosofía y de Ciencias, en la Sección de Físicas, con grado de bachiller, desde 1869, tras dos años sin clases. Pero, las exigencias que se les pedían a las corporaciones municipales desde el ministerio fueron tantas que en 1874 el ayuntamiento deja de dotar a estas dos Facultades libres, y sus estudios se convierten en meros complementos de las Facultades de Derecho y Medicina respectivamente. Y sus profesores pasan también a incorporarse a las plantillas de estas Facultades.

      Ni el plan Gamazo de 1898, ni el de García Alix de comienzo de siglo, mejora la situación de las Ciencias para Valladolid, donde, aunque seguía sin haber Facultad, estos estudios, enfocados a los de Medicina o a su continuación en niveles superiores en las Universidades que mantenían Facultades, vieron incrementar su matrícula en algo más de un 13%.

       Será poco antes de iniciarse la Dictadura de Primo de Rivera, en 1923 cuando por fin se consiga tener una Facultad de Ciencias. Tal y como dice el real decreto que la pone en marcha, se llevaría “a cabo sin carga alguna para el Tesoro”, y ello implicaba por ejemplo, que el catedrático de Física General, también explicaría Matemáticas, y el de Química General, además Química Inorgánica y Analítica. Con tan cortos medios las enseñanzas eran solo las correspondientes a los dos primeros cursos de la sección de Químicas. En ese año se matricularán 9 alumnos entre ellos una mujer, y una década más tarde ya serán 72, que sin embargo serán solo el 3,07 de los matriculados en la Universidad.

       Los estudios se interrumpieron en toda la Universidad los años de la Guerra Civil, y se recuperaron en 1939. A partir de entonces, el rector Mergelina puso todo su empeño en que se pudieran completar los estudios de Química en Valladolid, con todos sus cursos, lo que ya fue posible en 1942, cuando salió la primera promoción con seis mujeres y 20 hombres. Pero los grados de doctor en Químicas no llegarían hasta el curso 1955-56.

      Es en esta década de los cincuenta cuando la Universidad manifiesta de forma reiterada su interés por tener también Sección de Físicas, que se creará por orden ministerial en 1964, estableciéndose la rama de Física general y solicitando la de Física electrónica. El año 1967 se abriría la Sección de Exactas, completando los estudios de la Facultad de Ciencias y contribuyendo a tener un crecido peso en el conjunto de la Universidad, convirtiéndose en la segunda Facultad en matrículas, con porcentajes entre el 21 y 28%

      Durante todo este periodo la Facultad de Ciencias, estuvo en la calle Librería en el edificio de la Universidad. Su crecimiento hacía difícil mantenerse en el mismo espacio y el Ayuntamiento cede unos terrenos en el Prado de la Magdalena, a mediados de los años sesenta, donde se construye por los arquitectos Ángel Ríos e Isaías Paredes, el edificio abierto a la calle Real de Burgos, que la Facultad ha ocupado hasta este año. No obstante, a lo largo de su historia sufrió sucesivos retoques y necesarias ampliaciones. De hecho, en la década de los 90 las titulaciones que se fueron incorporando son muchas: en el 91-92 la Diplomatura de Estadística, en el 92-93 la de Ingeniería Química (que en el 2009 pasaron a formar parte de la nueva Escuela de Ingeniería Industrial); en el 96-97 la Diplomatura de Óptica y Optometría, y en el 99-2000 la Licenciatura de Ciencias y Técnicas estadísticas.A comienzos del curso 2012-13 se inauguró un nuevo edificio en el Campus encargado de acoger estas titulaciones.

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